viernes, 12 de marzo de 2010

HiiztoRiia DiiVerTiiDa D' CelOs!!

"Es una historia divertida pero no piensen mal xd xqe es para molestar a una xica d mi aula"




Mi amor… hoy te voy a presentar a Leo. -¡Me encantaría!- respondo entusiasmada mientras pienso que la propuesta de conocer al mejor amigo de mi novio podría significar un paso importante en la relación.Listos para al gran encuentro llegamos al departamento de Leo, tocamos el timbre y antes de que pudiera preguntarle por qué se ve un poco nervioso, una blonda monumental de un metro ochenta de alto, con de un par imponentes de siliconas, me observa de pies a cabeza y me dice: “Por fin nos conocemos”.Es en ese preciso momento, mientras el mundo se te está cayendo encima, cuando te acuerdas de los mensajes nocturnos que le llegan a Leo, de las idas y vueltas a su departamento, de aquella compañía en el doctor que en su oportunidad te pareció un gesto tan noble, y de las tantas otras anécdotas a las que nunca reaccionaste por tu extrema ingenuidad de creer que Leo, su mejor amigo, era Leonardo y no Leonor. Lejos de ser una idea recurrente para la trama de una película cómica, “los celos desenfrenados hacia la mejor amiga del novio” es un tema complicado en materia de relaciones de pareja.

La razón de cualquier reacción dramática ante el asunto es simple: Son justamente los hombres los que se encargan de resaltar con insistencia que: “La amistad entre sexos opuestos no existe”. Pese a ello, prácticamente todos tienen una mejor amiga. Esa parte inseparable de su ser a la que accediste inconcientemente cuando lo dejaste entrar en tu vida. Ellos eran amigos desde antes y, seguramente, poner el grito en el cielo sería una falta total de confianza y un pase asegurado a tu condición de celosa obsesiva. Pero las mejores amigas no siempre comparten las mismas características, ya que pueden presentarse en diferentes formatos y versiones: Están las que pese a su amistad respetan tu relación de pareja y se conforman con un par de minutos de charla en cualquier reunión social. Las hay también un poco más pretenciosas, las que a pesar de aceptar tu condición de novia no dudan en destituirte del puesto cuando necesitan a su mejor amigo para un urgente consejo masculino. De ahí en adelante las exigencias pueden ir en ascenso, ya que también están las que lo pasan a buscar al trabajo, lo acompañan al gimnasio, interrumpe en todo momento con mensajes de texto inoportunos y le escribe mails con asuntos excesivamente cariñosos como: “Hola bombón, ya te extraño”. Pero sin lugar a dudas, el peor espécimen de mejor amiga es la que te odia y se encarga de hacérselo saber a tu chico, iniciando una suerte de competencia siniestra en tu contra. Te pone en apuros permanentemente preguntándote si al igual que ella tú conoces su gusto de helado, película, canción, color, perfume, comida, equipo de fútbol y estación del año favorita. Le compra regalos que tú jamás podrías superar. Lo lleva a reuniones familiares a las que no estás invitada. Y, cómo si fuera poco, no duda en criticarte cada vez que se presenta la oportunidad. Sea cual fuere la condición de esa mejor amiga que te acecha, la clave del asunto es aprender a sobrellevar las diferentes situaciones sin causar conflictos en tu relación. Por eso, si pese a su estatus de amistad ella te respeta y, dentro de los parámetros de lo aceptable, se porta bien con vos, sólo te queda juntar paciencia y tratar de encontrar la manera de incorporarte en la amistad. Tal vez tarde o temprano termines por valorar esas cualidades que la transforman en la mejor amiga de tu novio. Por otro lado, si el panorama es desalentador o la amistad en cuestión pone en riesgo tu noviazgo las opciones son más extremistas. O te guardas todo como la mejor, esperando que suceda el milagro de que consiga un novio celoso, se vaya a vivir a otra ciudad o le ocurra un accidente fatal o bien procedes a armar un plan siniestro para convencer a tu pareja que, según fuentes fidedignas, su Leo, tal y como él la conoce, alguna vez fue Leonardo, a lo que aprovecharás para acotar con aires de venganza: “Ves que yo tenía razón cuando te decía que Leo tenía bigotes”.

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